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Review Better Call Saul: Uno / Mijo

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El fin de Breaking Bad nos dejó un vacío interior que muchos, en principio, rellenamos con la noticia de que la serie tendría su propio spin off: Better Call Saul. A ese subidón le invadió pronto cierta incertidumbre: ¿no mancharemos el fenomenal y bien cerrado universo de Walter White? Y se alimentó la duda: ¿es necesario hacer un spin off? El paso del tiempo nos convenció, al menos a mí, de que sí era necesario. Primero, porque Vince Gilligan y Peter Gould merecían la oportunidad de seguir contando historias en ese ecosistema tan atractivo que crearon durante cinco años. Y segundo, porque si había un personaje en Breaking Bad que permitía este corta-pega era Saul Goodman, del que sólo conocíamos su habilidad para llevarse bien con criminales como Heisenberg y para, si fuera necesario, sobrevivir al Apocalipsis. ¿Quién era Saul antes de conocer a Walt y Jesse? ¿Cómo un abogado de teletienda como él había conseguido codearse con peces gordos? De esa curiosidad se aprovecha Better Call Saul, un estupendo heredero de Breaking Bad.

  • Episodios 1×01 y 1×02: Uno / Mijo
  • Fecha de emisión: 8 y 9 de febrero

Better Call Saul no es Breaking Bad. Y no lo va a ser. Saul Goodman no es Walter White. Y no lo va a ser. Dejemos meridianamente claro estos dos asuntos porque la nueva serie de AMC no puede ni debe competir con su predecesora, aunque ya os adelanto que las vamos a comparar mucho a lo largo de la temporada, en especial en estas primeras reviews. Better Call Saul será una serie estupenda por sí misma, porque Saul Goodman desborda carisma y porque Peter Gould y Vince Gilligan son muy cracks, pero lo será mucho más si la entendemos como una extensión a la experiencia de ver Breaking Bad.

De seguir la línea de los dos primeros capítulos, no es que el spin off vaya a estar cargado de referencias a la ficción que protagonizaron Walt y Jesse, que sí, es que será imprescindible haber visto la primera para disfrutar de la segunda. Imaginad a algún novato viendo el primer capítulo junto a un fan de Breaking Bad y pensad en la reacción de uno y otro al ver al gran Tuco Salamanca sacando la cabeza al final del mismo. De hecho, para el novato ni sería Tuco, sólo Mijo. Ambas series comparten localización (Albuquerque, cómo te he echado de menos), comparten personajes y comparten creadores, así que es muy evidente que se van a parecer y que vamos a establecer muchos paralelismos, así que el gran reto para Better Call Saul será crear su propia identidad, algo que ya ha empezado a hacer en sus dos primeros capítulos. Dicho esto, vamos al lío.

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Una canción. Una gran canción, sí. Pero es todo lo que necesita Better Call Saul para recordarnos de quién es hija y, en consecuencia, cómo de grande puede va a ser y cuán felices nos va a hacer. Una canción que suena en un cold opening mágico, histórico por esa atmósfera tan particular que genera el blanco y negro, pero también por ser la primera escena post final de la era Walter White. Advirtió Peter Gould que Better Call Saul tendría una línea temporal flexible, casi lostiana, y nos lo ha confirmado en los primeros minutos de Uno. Y es un puntazo a favor de la serie.

En esa primera escena vemos a un Saul cascado (esa calvicie), que vive instalado en el miedo de que lo descubran (no trabaja, vigila) y profundamente añorado de quién fue, en lo que se puede interpretar como un guiño a los espectadores ya que, al fin y al cabo, Saul se está sentando a ver Breaking Bad. Lo importante de esa secuencia, como decía, es que se siente el peligro de que descubran la identidad del abogado, lo que a mi juicio es un elemento imprescindible para que la serie no pierda tensión dramática. La idea de situar la historia temporalmente antes de Breaking Bad podría restar interés porque todos conocemos el destino del protagonista, pero meter estas píldoras del futuro/presente ayudarán a que nos preocupemos por su cuello. Por cierto, no hay nada casual en el hecho de que la canción, esa gran canción, se titule Adress Unknown (dirección desconocida).

Address unknown, oh how could I be so blind?
Who’d think that you would never be hard to find?
From the place of your birth to the ends of the earth
I’ve searched only to find, only to find, address unknown

Better Call Saul da en el clavo a la hora de presentarnos al protagonista, Jimmy McGill, una acertadísima versión de Saul Goodman 1.0. Vemos a Saul en Jimmy, es casi como que él, pero aún no es él. Es igual de bocazas que de carismático, ha sido bendecido con el don de la palabra, tiene ese punto histriónico tan cómico y ha empezado a desarrollar su instinto de supervivencia, pero flota sobre su figura un halo de vulnerabilidad y falta de confianza en sí mismo que desde luego no tiene en Breaking Bad. Saul llamaría loser a Jimmy, incapaz de cerrar tratos con sus mejores clientes y terriblemente desafortunado en sus decisiones. Saul habría esquivado a los chicos del monopatín y habría llamado a Mike para que les diera un pequeño escarmiento, pero Jimmy aún no cuenta con las herramientas para hacer el mal y comete errores de principiante. Ver cómo va puliendo su personalidad hasta mutar en Saul Goodman es exactamente de lo que va Better Call Saul.

Otro de los aciertos de la serie es el personaje de Chuck McGill (Michael McKean), el hermano de Jimmy y el espejo en el que un día se miró. Abogado como él, Chuck fue uno de los fundadores de un prestigioso bufete, pero su cerebro se colapsó en un momento determinado y ahora es incapaz de convivir con la tecnología que le rodea. Su historia es cómica y triste a partes iguales, ya que, aunque tiene mucha gracia su aversión a los teléfonos móviles, es muy deprimente (sobre todo para Jimmy) ver el imparable deterioro de una persona de éxito que ahora se hunde cada vez más en el pozo. Si Walt tenía en sus hijos su particular punto débil, Jimmy lo tiene en Chuck, que seguramente se ocupó de él durante muchos años. Ahora los papeles se han intercambiado. Y seguirán así, a menos que Chuck reconozca que no volverá a ser el que fue y presente batalla contra el bufete que ayudó a levantar.

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Será curioso ver cómo Jimmy se aparta de Chuck, que intenta guiarlo por el camino correcto y le invita a tener paciencia hasta que dé con la tecla exitosa. Jimmy cree en su hermano y por lo tanto cree en la nobleza de su profesión, aunque poco a poco debe ir alejándose del romanticismo para convertirse en el criminal lawyer que todos conocemos. Por ahora, Jimmy acepta ser abogado de oficio por un puñado de dólares ya que eso satisface a su voluntad (y la de Chuck) de seguir las reglas, aunque su encontronazo con los chicos del monopatín le ha abierto los ojos. Hay otra vía, prohibida por ahora, que garantiza el éxito de forma más inmediata y en la que Jimmy pronto se dará cuenta que se desenvuelve como pez en el agua. Sí, un proceso muy similar al que vivió Walter White, que aparcó su mal pagado sueldo de profesor de química para convertirse en el mejor cocinero del país, un negocio menos ético pero más rentable. A Heisenberg lo movió el cáncer, primero, y luego su desmesurado ego. A Jimmy lo moverá seguramente la desesperación, la ambición y el talento.

Más paralelismos entre Walt y Jimmy: el coche. Si el químico tenía un icónico Pontiac Aztek, Jimmy recorre los vecindarios de Albuquerque a bordo de un viejísimo, pero igual de icónico, Suzuki Esteem con una puerta que no le pertenece. Si el coche y la oficina marcan el caché de un abogado, es lógico que Jimmy se cite con sus clientes en restaurantes y que aparque a varias calles de distancia. Su oficina, por cierto, daría para un análisis minucioso, pero vamos a quedarnos en que el gusto de Saul Goodman por hacerse las uñas, que vimos en Breaking Bad, tiene mucho más sentido visto dónde se ubica su centro de operaciones. Recordad el templo desde el que dirigía su imperio Saul, con aquel cajón lleno de teléfonos móviles, y comparadlo con ese cuchitril en el que no entran ni las llamadas. Mucho va a tener que cambiar Jimmy para pasar en seis años de esto a aquello.

Si la primera hora de la serie trata de describir el inicio del cambio de Jimmy a Saul, la segunda nos muestra su primer avance. Mijo es puro Breaking Bad por la presencia de Tuco Salamanca y por esa escena del desierto en el que un día, donde están a punto de romperle las piernas a los skaters, estarán arrodillados Walt y Jesse. El desierto no es un escenario exclusivo de Breaking Bad, pero allí tuvieron lugar algunas de las mejores escenas de la serie: allí cocinamos dentro de la RV, por allí empujamos un barril lleno de dólares y entre sus pequeñas montañas nos despedimos de un agente de la DEA. Si os fijáis, el desierto se asocia siempre a asuntos al margen de la ley. Llevar a Jimmy al desierto, aunque sea en contra de su voluntad, es empezar a ponerle el disfraz de Saul Goodman.

De hecho, la primera vez que vemos al abogado de la teletienda y no al Jimmy desnortado es en la negociación con Tuco sobre el destino de los skaters, una escena con una carga cómica enorme. Con su infinita palabrería, Jimmy no sólo consigue que lo liberen, también se da cuenta (“You’ve got a mouth on you”, le dice Tuco) que puede tratar con criminales. Es más, que puede tratar con criminales tan inestables como Tuco, que todavía no es ese capo de la droga (o no lo parece) con el que chocará Heisenberg, pero que pierde los nervios a la misma velocidad. El primer juicio que gana en su vida, esto es importante, no es en la sala de lo pensal, sino en el desierto. A ese desierto metafórico regresará varias veces a lo largo de su vida.

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Creo que Vince Gilligan y Peter Gould aciertan recuperando a Tuco para este primer arco de la serie porque nadie lo esperaba, eso lo primero, pero también porque obliga a Saul a ponerse en una situación idéntica a la que vivió Walt. Y es fantástico ver cómo resuelve cada uno el problema: Heisenberg voló por los aires la oficina del latino y Jimmy apuesta por ganarse su confianza a partir de la palabra. Con el tiempo veremos cómo Jimmy acaba por aceptar los métodos de Walt o de Gus, para eso trabajaba con un tipo como Mike, pero ahora todo eso le suena al camino que no debe tomar. O sea, Jimmy no es solo distinto de Walt, también es distinto de Saul. Por eso, poco después de salvarle el pellejo a los timadores de poca monta con los que pretendía hacer equipo, corre a casa de Chuck a “confesarse”. Insisto, Jimmy todavía confía en construir una carrera dentro de la ley.

Inciso: de los tres hombres de confianza de Tuco, uno es Nacho, del que ahora hablaremos; otro es No Doze, que es el que Tuco se carga a puñetazos en aquel desguace; y el tercero es Gonzo, que también murió cuando estaba moviendo el cuerpo de No Doze y por accidente se le acaba haciendo trizas el brazo.

Nacho, el tercer hombre de Tuco, será uno de los personajes importantes de esta primera temporada, ya que será el que guíe esa transición de Jimmy hacia el lado oscuro. Ya hemos dicho que el abogado, a pesar de ese despacho y ese coche, aún confía en reconducir su carrera y montar un bufete como su hermano, pero la propuesta del criminal le abre una puerta que él siempre ha evitado. Es curioso porque Saul no es que aceptara los chanchullos como los de Nacho, es que se los habría propuesto él mismo. Ese será sin duda otro de los puntos fuertes de Better Call Saul, la lucha interior de Jimmy por no vender su alma al diablo. Un diablo que ahora le propone un pequeño timo, pero que mañana le obligará a contratar al molesto trabajador de un parking como guardaespaldas (qué grande Mike) y al tercer día a hacer anuncios en la teletienda. El diablo ha llamado a la puerta de Jimmy: es Saul Goodman.


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