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Channel: Better Call Saul – Todoseries
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Review Better Call Saul: Sunk Costs

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Raro, pero no me equivoqué: Sunk Costs arranca justo donde dejamos el anterior episodio, con ese teléfono sonando hacia Mike en medio del desierto y con la voz de Gus Fring al otro lado. Más Breaking Bad que nunca, Better Call Saul alcanza su tercer episodio marcando un punto y aparte tanto en la historia de Mike como en la de Saul, uno juntándose a uno de los hombres más poderosos de New Mexico y el otro separándose de otro de los hombres más poderosos de New Mexico. Cada uno a su manera, Gus y Chuck, pero los dos son villanos.

  • Episodio 3×03: Sunk Costs
  • Fecha de emisión: 24 de abril

Bueno, en realidad Sunk Costs no arranca con la escena del teléfono, sino con un fantástico cold opening cuyo arte sublimó Breaking Bad y que Better Call Saul también rescata para las ocasiones especiales. Así de memoria recuerdo por lo menos tres entradas de capítulos absolutamente míticas de la serie madre: la de Negro y Azul, con Los Cuates de Sinaloa dedicándole una canción a un tal “Heisenberg” que ahora controla el mercado; la de Half Measures, con la rutina de la prostituta Wendy; o la de Dead Freight, en la que un inocente niño en bicicleta se acerca a un tren que Walt, Jesse y Todd acaban de asaltar. En Sunk Costs todo sucede alrededor de unas zapatillas deportivas que cuelgan de un cable telefónico en uno de esos lugares remotos donde hacía negocios Walter White.

Las zapatillas acaban cayendo, lo que bien podría ser un resumen de lo que está ocurriendo con los dos protagonistas. Ambos están a punto de lanzarse al vacío, de caer en un mundo lleno de peligros, aunque sabemos que, al menos al principio, las cosas les van a ir bastante bien a ambos. El cold opening de esta semana es fantástico, y perdonad que insista, porque refleja el cambio de orden en el control del narcotráfico de New Mexico. En el opening, las zapatillas viejas y desgastadas caen poco después de que pase por debajo un camión de Los Pollos Hermanos que pertenece a Gus Fring y que hace la ruta que en su momento hicieron los camiones de helados de Héctor Salamanca. Hay nuevo rey en la ciudad.

No es aventurado, por lo tanto, decir que Mike Ehrmantraut es uno de los culpables de que el trono de hierro de la droga pase de manos de Héctor Salamanca a su archienemigo Gus Fring. Me patina ligeramente la excesiva motivación de Mike por eliminar a Héctor, a pesar de que el abuelo es implacable, porque éste es un Mike que todavía procura no meterse demasiado en problemas. Y aquí se está metiendo en la boca del loco. Me sorprende, decía, que acepte con tanta facilidad la propuesta de Gus Fring, pero no seré yo el que me queje de que estos dos tipos hagan negocios juntos. Maravillosa su escena en el desierto: los dos siempre serios, siempre directos y siempre con la sensación de tener la situación controlada.

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La jugada de Mike para boicotear los envíos de droga de Héctor Salamanca tiene como protagonistas a las ya famosas zapatillas deportivas. Un poco de cocaína, un tiro certero y los perros de la policía fronteriza hacen el resto. Estoy seguro que no tardaremos en volver a ver al Tío, al que no le habrá hecho demasiada gracia perder a dos de sus hombres. Sabemos que entre Gus y Héctor existía un odio tan colosal que uno fue capaz de inmolarse para matar al otro, en un último acto de venganza. Ahora estamos presenciando las primeras llamas de ese incendio, que se va a volver incontrolable en las próximas semanas. Por cierto, Gus Fring le dice a Mike que no tiene intención de que Hector Salamanca muera… por ahora. Lo lamentará.

Y de un villano saltamos a otro casi peor: Chuck. Mira que han pasado tipos desagradables por Breaking Bad, como Krazy-8, Tuco, Todd o el propio Fring, pero ninguno despierta tanto rechazo como el hermano de Saul. Al fin y al cabo, unos tenían motivaciones económicas o de supervivencia, pero Chuck se mueve únicamente por envidia y por ego. Chuck desprecia a Jimmy porque ha llegado a ser abogado con “el método Saul” y porque, a pesar de sus numerosos deslices, sigue despertando más cariño que él.

En Sunk Costs vemos a un Jimmy hundido, con un tono de voz mucho más bajo de lo normal, consciente de que la jugarreta de su hermano va a dinamitar la relación para siempre. Eso es lo que más le preocupa a Jimmy, que sabe que Chuck no va a llegar a la vuelta de la esquina sin él. El daño es irreparable. No hay vuelta atrás, como así se lo hace saber en un relato que podría ser profético con el destino de Chuck.

Esto es lo que va a pasar. Un día, te pondrás enfermo… otra vez. Uno de tus empleados te encontrará acurrucado en esa manta espacial, te llevará al hospital, te conectarán a esas máquinas que pitan y zumban y… dolerá. Y esta vez, será demasiado. Y morirás allí. Solo.

Chuck no sólo quiere tener razón en la discusión sobre Mesa Verde. No sólo quiere aleccionar a Jimmy. No sólo quiere que se pase una temporada en prisión. Sumando todavía más puntos de repulsa, Chuck también pretende quitarle el carnet de abogado a su hermano. Odiosa su charleta evangelizadora a Jimmy. Odioso su papelón ante la fiscal. Qué bueno es Michael McKean y qué poco lo digo.

A Chuck, sin embargo, ya le ha empezado a salir el tiro por la culata. Por lo pronto, Jimmy no tiene ninguna intención de aceptar la inhabilitación que le propone su hermano mayor. Y aunque pretendía que Kim no se metiera en el asunto, la rubia ha entrado por su propio pie. Intuyo que Kim odia tener que ir constantemente al rescate de los líos de Jimmy, y por ahí podría empezar a romperse la relación en el futuro, pero también agradece que Jimmy haya sido del todo sincero con ella y entiende que Chuck está siendo injusto. Por eso, a pesar del importante capón que se ha llevado Jimmy, la mejor respuesta es esta preciosa imagen con la que se despide Sunk Costs.

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Review Better Call Saul: Sabrosito

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A lomos del ego de Walter White fuimos conociendo todos los escalones del narcotráfico de New Mexico. Breaking Bad nos contó el desenlace de esa historia, ya que Heisenberg entró como elefante en cacharrería en un ecosistema muy definido, pero también sus orígenes, ya que los flashbacks fueron una importante fuente de conocimiento. Better Call Saul es el punto intermedio, ese vasto espacio de tiempo en el que el día a día es más importante que el principio y el final, pero en el que se desarrollan las condiciones para que las cosas acaben sucediendo. Breaking Bad fue heavy metal y Better Call Saul es jazz.

  • Episodio 3×04: Sabrosito
  • Fecha de emisión: 1 de mayo

Decía “Better Call Jimmy” en uno de los comentarios de ésta y otras reviews que “Gus encaja mejor en esta serie que Tuco”. Y no puedo estar más de acuerdo. De hecho, ya lo hablamos en Gloves Off, el capítulo en el que Mike metió entre rejas a Tuco:

La decisión de apartar a Tuco, en ese sentido, creo que responde más a una necesidad de los guionistas que a la lógica de Mike. Y es que no se puede tener a Tuco en juego sin que la policía, la DEA, el FBI, la Interpol, el cártel, la familia Salamanca y la Guardia Civil se te tire encima.

Tuco es un personaje acojonante que le vino como anillo al dedo a Breaking Bad cuando Walter White empezaba a merendarse eslabones de la cadena del narcotráfico. Tuco es ese perfil de líder intimidador, con buenos contactos y nada que perder que utilizan los que realmente mandan para dirigir el negocio a pie de calle, pero al que jamás llevarían a una reunión. Porque dispararía antes de hablar. En Breaking Bad, decía, ese Tuco entró como cuchillo en la mantequilla para reflejar dónde se estaba metiendo Walt. Sin embargo, Better Call Saul no es una serie sobre el narcotráfico en New Mexico, aunque éste vaya a ser un tema central en las próximas semanas, sino la historia de cómo un carismático abogado dejó su vida y su identidad a un lado para convertirse en un “criminal lawyer”. Y en esta historia, por mucho que Mike flirtee con el lado oscuro, Tuco no encaja tan bien como Gus Fring. La pausa y el cálculo le sienta mejor a Better Call Saul que el rock’n’roll.

Sabrosito es un capítulo decididamente especial porque rompe con la estructura narrativa que había mantenido hasta ahora la serie. No sé si será flor de un día, o es lo que nos espera a partir de ahora, pero la historia de Jimmy y Mike, que circulaba más o menos en paralelo, ha pasado a ser la historia de Gus y Jimmy. El jefe de los Pollos Hermanos se come la mitad del capítulo y convierte a Mike en ese satélite que desaparece y aparece, habitualmente de noche, para arreglar algún desajuste en la cadena de producción. Gus relega a Mike al papel que tuvo en Breaking Bad y que, como el de protagonista, le sienta de maravilla.

Había ganas de ver a Gus, a este Gus, al Gus que llega a casa de Don Eladio para humillar a Héctor Salamanca con su recolecta mensual. Recordáis a Don Eladio, ¿verdad? Es el jefe del Cartel de Juarez, con el que Gus se reunió al poco de llegar a Estados Unidos para proponerle un trato y que acabó con el asesinato de Max Arciniega, el socio (y para algunos también el interés amoroso) de Gus Fring, a manos de Héctor Salamanca. Aquella escena de Breaking Bad, que vimos en el capítulo “Hermanos”, es el punto de partida de la fría venganza que trama Gus y que concluirá con el asesinato del propio Eladio y de todos sus hombres en la misma piscina (Salud) tras una jugada maestra del Pollo Hermano. La escena de Sabrosito, por lo tanto, es el punto intermedio entre el Gus inseguro y débil que se presentó en casa de Eladio una década atrás y el Gus implacable que se presentará en casa de Eladio una década después. A raíz de Sabrosito, fantástico nombre para un FunkoPop, Gus empezó a comer terreno a Héctor, a ganarse la confianza de Don Eladio y a desequilibrar la balanza hacia su lado. No, no hay nada casual en la escena de presentación de Don Eladio…

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Gus todavía tiene un arco que trazar hasta ser ese Gus que conoció Walter White. Y en ese camino se va a encontrar más de una vez con Héctor Salamanca, que todavía tiene agallas (y movilidad) para presentarse en casa de Fring y soltarle unas cuantas amenazas. Gus parece haber tejido ya una potente red para la distribución de blue meth, pero en el ámbito personal tiene un punto de vulnerabilidad que no le vimos en Breaking Bad. Si a eso le añadimos que Héctor no va a querer quedar mal otra vez delante de Don Eladio, es bastante probable que el jefe de los Pollos Hermanos necesite una mano derecha para los asuntos más turbios. Y ahí debería entrar Mike Ehrmantraut. La pregunta es si la serie piensa dividir su tiempo entre Gus, Mike y Jimmy a partir de ahora. A mí no me importaría en absoluto porque ver a Giancarlo Esposito siempre es un placer y porque Sabrosito ya ha demostrado que puede funcionar sin ninguno de los dos protagonistas de la serie: ni Jimmy ni (apenas) Mike tienen presencia en la primera media hora. Y qué media hora…

Claro que tampoco ha estado nada mal la segunda parte de Sabrosito, más centrada en la guerra Jimmy-Chuck, pero en la que también hemos podido disfrutar de las maravillosas dinámicas entre el abogado y Mike. Jimmy ha utilizado al hombre que lo arregla todo para infiltrarse en casa de Chuck y tomar fotos de su locura. La supuesta electrosensibilidad de Chuck, que tanto ha odiado Jimmy a lo largo de todos estos años, podría ser ahora su punto de apoyo a la hora de establecer las bases de su defensa. Chuck puede tener buenos contactos y un talento único para ganar juicios, pero también tiene una casa cubierta de papel de plata, lámparas de gas y una caja llena de hielo como nevera.

Y Jimmy tiene a Kim. No lo olvidemos. Pocas personas más obstinadas en New Mexico que la abogada de ojos azules… que además tiene un plan, como ha quedado claro al final de Sabrosito. Cada minuto que pasa en Better Call Saul me gusta más el dúo Kim-Jimmy y me genera más curiosidad qué pudo pasar entre ellos para que ella no llegue a Breaking Bad. Cada vez tengo más claro que la ausencia de Kim será el click que active a Saul Goodman. Ah, muy grande también la escena entre los cuatro abogados ante la fiscal: Bob Odenkirk borda ese papel de hermano herido, que todavía tiene mucho odio en su interior, pero que se debe contener para no echar al traste su estrategia.

Despido la review con un guiño al mejor episodio de la historia de la televisión: Ozymandias. ¿Recordáis la estación de bomberos en la que Walt, después del cataclismo, abandona a su hija Holly? Pues es la misma estación de bomberos que Gus Fring visita en Sabrosito en uno de sus muchos y muy bien vistos actos para la comunidad. Si es que a esta serie hay que adorarla…

Review Better Call Saul: Chicanery

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Nueva lección de Better Call Saul, asentada sin discusión (“no, suéltame, no pienso discutir”) como una de las mejores series de la generación post Breaking Bad. La ficción de AMC ha demostrado que puede ser tan o más buena centrándose en su protagonista, un Jimmy McGill cada vez más Saul Goodman, que cuando tira del hilo Mike Ehrmantraut, que al fin y al cabo es el hilo que nos trajo a todos hasta aquí, el hilo más jugoso, el hilo Breaking Bad. Yo, como dije la semana pasada, me exalto cada vez que veo a Gus Fring en pantalla, y a todo el universo criminal que lo rodea, pero agradezco que la serie me devuelva al camino principal, que no es otro que el de la transición de Jimmy McGill a Saul Goodman. Y Chicanery es un nuevo punto de inflexión en esa historia.

  • Episodio 3×05: Chicanery
  • Fecha de emisión: 8 de mayo

Se pueden ser dos series a la vez en 45 minutos. Y también se puede ser una serie una semana y a la siguiente otra completamente distinta. Better Call Saul lo está demostrando en una tercera temporada algo atípica por su discontinua narración, pero absolutamente crucial en el desarrollo de una historia y de otra. Si Mike y Saul han sido dos líneas paralelas con algún que otro encontronazo durante los dos primeros años, la distancia entre una y otra línea ha dejado de ser la misma y ha empezado a estrecharse en la tercera temporada. Y lo mejor es que ese acercamiento se está produciendo de forma natural, con un Mike abocado por venganza (Héctor Salamanca) y por interés personal ($) a los designios de Gus Fring, y con un Jimmy McGill cada vez más cerca del lado oscuro, cada vez más cerca de los anuncios televisivos y de los juegos de manos de Huell.

¡Huell Babineaux! El mismo Huell que se coló en casa de Ted (de I Fucked Ted) el día que éste se topó con su alfombra. El mismo Huell que se tumbó sobre los millones de Walter White, en una de las escenas más memorables de Breaking Bad. El mismo Huell, ojito ahí, que metió el ricino en el bolsillo a Jesse Pinkman, haciéndole creer que era culpable del envenenamiento del pobre Brock Cantillo. Ese Huell, ahora lo sabemos, conoció a Jimmy gracias a Caldera, que es el nombre del veterinario más oscuro de New Mexico. Qué grande es Huell y qué cabeza más inexplicable…

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Huell es clave, ahora volveremos con él, en el desenlace de la guerra entre Jimmy y Chuck. Better Call Saul ha sido desde prácticamente el principio la historia de Jimmy tratando de ser como su hermano, un gran abogado, y de cómo éste ponía palos en las ruedas a su carrera de forma sibilina. Chuck ha sido durante todo este tiempo un villano, algo atípico para la trayectoria de Breaking Bad, pero un villano al fin y al cabo. En Chicanery hemos asistido a, salvo milagro, la última batalla entre los dos hermanos. Y, como no podía ser de otra manera, ésta ha tenido lugar en el mejor escenario posible: un juzgado. La cornada con la que se marcha Chuck al final del episodio, y que yo dudo que sea reversible, es de doble trayectoria porque desmonta por completo su defensa y porque sucede jugando como local. La victoria de Jimmy, ese abogado de medio pelo que consiguió el título en la universidad a distancia de Omaha, es una profanación, una violación para la ley que Chuck venera. En definitiva, una catarsis para Jimmy, que por fin ha conseguido que el público conozca la verdad de su relación con Chuck, pero también para nosotros, que nos sentimos aliviados porque por fin esa audiencia ha desenmascarado al mayor de los McGill, tal y como nosotros hemos ido haciendo los dos últimos años y medio.

Le sienta de maravilla a Chicanery no salir del juzgado y no distraerse con Mike o Gus. Todo sucede en ese recinto cada vez más estrecho para Chuck, que se muestra voluntario a testificar, cuando no hay necesidad, porque no sólo quiere asistir a la caída de su hermano, sino porque quiere ser el que lo empuje al vacío. Pero Jimmy, con el empujón inicial de Kim, que desvía la atención sobre la agresión del acusado y pone el acento sobre la relación entre ambos hermanos, ha diseñado una estrategia infalible: desmontar a Chuck. Jimmy conoce los puntos débiles de su hermano porque los ha intentado cubrir por el bien de éste, como queda claro en el cold opening de Chicanery. Todavía no sabemos por qué se rompió el matrimonio entre Chuck y Rebecca, pero sí sabemos que Jimmy mintió para que ella no conociera la enfermedad de Chuck, tal y como él quería. En esa puesta en marcha del capítulo se descubren los puntos débiles de Charles McGill: Rebecca y el EHS (Electromagnetic Hypersensitivity).

Sobre Kim, no sé si alguien más tiene esta sensación, pero yo ya la estoy echando de menos aunque no se haya ido. Kim es perfecta para Jimmy, como quedó meridianamente claro en ese caminar acompasados de la semana pasada o en esa mirada cómplice de ésta antes de entrar al juzgado. Desaparecida en combate en el futuro, este maravilloso acercamiento entre ellos tiene un inevitable punto de amargura, un sí pero no… porque no lo van a conseguir. Quizás tenga algo que ver en su ruptura el hecho de que el juicio pueda afectar negativamente al caso Mesa Verde. “Are you sure?”, estás segura de que no va a afectar, le dice una de las representantes de la empresa, y Kim responde con un “sí” tan dudoso que es “no”. Y nosotros sólo podemos echarnos a temblar…

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La defensa de Jimmy en el juicio pasa por atacar, por demostrar que la hipersensibilidad de su hermano es psicosomática. Chuck ha peleado durante años por demostrar que el dolor está ahí, pero en el pasado ya vimos varios ejemplos (en el hospital) de que todo estaba en la cabeza del mayor de los McGill. Sin embargo, demostrar que Chuck no sufre EHS es a la vez confirmar su locura, o como mínimo su inestabilidad mental. Y a ese terreno llevan el juicio tanto Jimmy como Kim, nuevamente cómplices en el desarrollo de los argumentos de uno y otro bando. Es absolutamente brillante el momento en que Jimmy saca el teléfono móvil, sin batería, y Chuck lo descubre, porque eso todavía hace más cruel la siguiente escena, en la que la batería del móvil aparece por arte de Huell en el bolsillo de su chaqueta.

¿Y por qué Rebecca? Por dos motivos, creo yo: el primero es desestabilizar emocionalmente a Chuck, lo que sin duda queda demostrado con su arrebato final; y el segundo para demostrar que Chuck es consciente de que su hipersensibilidad es en realidad una enfermedad mental, y de ahí que se lo estuviera escondiendo a su exmujer, de la que sigue completamente enamorado. El truco final de Jimmy es exageradamente cruel, decía, porque desmonta a Chuck ante Howard, su socio, del que lleva años alejado por culpa de la enfermedad; ante Rebecca, la mujer a la que ama; y de los representantes de la ley, la institución a la que ha dedicado toda su vida y a la que en un momento del capítulo se refiere como el mayor logro de la humanidad. Y todo por una batería de móvil introducida por un trilero en su bolsillo, o sea, con un sencillo juego de manos made in Slippin’ Jimmy resquebraja una defensa impoluta. Su reputación, a tomar viento. Su credibilidad, licuada como una naranja. Su relación con la ley, mancillada. Como gato arrinconado, Chuck saca toda su furia y destapa la verdad. Juego, set y partido para Jimmy McGill.

La evolución de la serie debería alejar ahora a Jimmy de Chuck, al que auguro un futuro bastante desolador. Su historia ha sido el pilar de las dos primeras temporadas, pero todo lo que ha sucedido en Chicanery es un fantástico punto y final. Y creo que Peter Gould y Vince Gilligan, los genios detrás de Better Call Saul, también tienen claro que es hora de seguir adelante. Climax de la historia, Chicanery es seguramente el mejor episodio de cuantos nos ha dado este spin off, que desde el minuto uno de partido demostró que tenía su propia identidad alejada de la blue meth y con Jimmy McGill en el centro de la acción. Chicanery es la culminación de esa idea, porque además se consigue con Rhea Seehorn (Kim), Patrick Fabian (Howard) y Michael McKean (Chuck) como únicos satélites del astro Bob Odenkirk (Jimmy).

Ni en mil vidas, por cierto, conseguiré despedir tan bien esta review como lo hace el capítulo…

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Review Better Call Saul: Off Brand

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Si lo bueno se hace esperar, nadie puede negar que la presentación oficial de Saul Goodman ha sido rematadamente genial. Dos temporadas y media. Es lo que ha necesitado Saul Goodman para salir del armario a contarle al mundo que… bueno, en realidad no le ha contado nada, apenas ha ofrecido su espacio televisivo y su “productora” para que alguien contrate un anuncio. Pero, sabéis una cosa, yo creo que ese formato va a acabar funcionando

  • Episodio 3×06: Off Brand
  • Fecha de emisión: 15 de mayo

Tras la elegancia y destreza de Chicanery, punto de inflexión en la trayectoria personal y profesional de Jimmy McGill, Better Call Saul regresa a su dinámica habitual: varias líneas narrativas que avanzan prácticamente en paralelo. Off Brand será recordado por ese brillante anuncio en el que bautizamos por primera vez al protagonista de la historia como Saul Goodman, pero, siendo justos, Off Brand es un capítulo más bien discreto, de esos que de forma habitual y poco acertada se definen como “de transición”. Como si alguno no lo fuera, ¿verdad?

Qué anuncio. Qué gran anuncio. Qué saulgoodmaniano. Y qué maravilla esa escena previa entre Kim y Jimmy, en la que el abogado se ha mostrado tímido, casi arrepentido, de haber rodado ese spot. Si le oyera el Saul del futuro le daría una colleja al grito de “¡desfilando!” Ha llegado Saul a nuestras vidas, pero todavía no a la de Jimmy McGill. Jimmy aún no es Saul, aunque en Chicanery tirara de esos juegos de manos tan propios del abogado de las camisas chillonas. Jimmy aún cree que puede desarrollar una carrera en el mundo del derecho y así seguirá siendo, me temo, mientras Kim esté a su lado.

La puesta de largo de Saul es improvisada, como las mejores fiestas, y responde únicamente a la necesidad de Jimmy por encontrar una empresa o un particular que le compre los espacios televisivos que contrató antes de ser apartado de la profesión. Respecto al nombre, Saul Goodman, el propio Jimmy explica que suena como “It’s all good, man”, una frase que ya escuchamos en la primera temporada, en concreto en el capítulo Hero: It’s all good, man… S’all good, man… Saul good, man… Saul Goodman. No es un detalle menor la coincidencia de dos hechos: que Jimmy haya sido apartado de su profesión por un año y que haya nacido Saul Goodman. De hecho, es bastante probable que Jimmy se refugie cada vez más en esa identidad alternativa hasta que llegue un punto que Saul sea más que el propio Jimmy. Aunque él aún no lo crea.

It’s just a name…

Todo el mundo tiene algo que celebrar después de Chicanery, aunque el champagne barato de Jimmy sepa a maná celestial y el whiskazo de Chuck sea amargo como las peores derrotas. Para Chuck es una cornada de triple trayectoria, como dijimos la semana pasada: pierde el juicio contra su hermano, se destapa frente a Rebecca y, lo más importante, confirma que su enfermedad no es física sino mental. En Off Brand hemos visto a un Chuck hundido, engullido por la oscuridad de su hogar, pero también a un Chuck con ganas de seguir adelante, de encontrar una respuesta a su situación.

El mayor de los McGill se enfrenta nuevamente a la batería que le hizo perder los estribos en el juicio y a las calles de Albuquerque. Chuck se pone a prueba, que es mucho más de lo que habría hecho si hubiera “vencido” (en realidad, ganó) la batalla contra su hermano. Por mucho daño que Chuck le hiciera a Jimmy, y por muy odioso que haya conseguido Michael McKean que nos parezca su personaje, creo que el tortazo del juicio es castigo más que suficiente para él. Sabiendo que no llega a Breaking Bad, espero que sea porque desaparece completamente de la vida de Jimmy, no porque le pase algo malo. Aunque lo dudo.

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Otra historia que avanza a ritmo tranquilo es la de Mike Ehrmantraut, en este caso acercándonos a su cara más personal. En Off Brand, Mike ha acompañado a Stacey a la terapia de grupo para superar la muerte de Matt, un tema que ha pasado desapercibido en las últimas semanas y que amenaza con quedarse definitivamente atrás más pronto que tarde. El desarrollo de los acontecimientos aleja cada vez más a Mike de su nieta y de su nuera, de Kaylee y de Stacey, por una cuestión de seguridad. El universo Gus Fring es muy lucrativo, pero también muy peligroso. Conociendo el futuro, estamos viviendo el proceso de desvinculación de Mike de su entorno personal, aunque ya sabemos que el expolicía seguirá manteniendo algo de contacto con Kaylee. Eso sí, serán encuentros furtivos y con un ojo en la espalda.

Con la llegada de Gus Fring a Better Call Saul nos planteamos si esta historia de dos, Jimmy y Mike, pasaría a ser una historia de tres. Chicanery no nos sacó de dudas porque le dedicó todo su tiempo a resolver la guerra entre los McGill, pero Off Brand confirma que el spin off de Breaking Bad ha pasado a ser cosa de tres. En cualquier caso, hay que hacer un apunte al respecto: el tercer pilar de la serie no es Gus Fring, sino el narcotráfico en New Mexico. En concreto, la guerra por el control de la droga entre el propio Gus y Héctor Salamanca, por ahora sin disparos ni cadáveres en el armario, por lo que en ocasiones el foco está sobre el propio Gus, a veces sobre Héctor y a veces sobre cualquiera de sus satélites.

En Off Brand hemos pasado mucho rato al lado de Nacho, hombre fuerte del clan Salamanca, al que le ha tocado lidiar con una orden de Héctor que no hemos visto, pero que ha quedado implícita en su actitud: aumentar la producción, apretar las tuercas, crecer y no quedarse atrás. La humillación sufrida por el “Tío” en casa de Don Eladio empieza a pasar factura en la parte más baja de su organigrama, en este caso en los huesos del pobre Krazy-8, que se ha llevado encima toda la frustración de Héctor y de Nacho.

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La escalada de tensión entre el clan Fring y el clan Salamanca ha estado a punto de desembocar en la primera batalla con fuego cruzado. Nacho ha cogido lo que Héctor amenazó que cogería, provocando la intervención pacificadora de Gus. Es fantástica esta guerra fría porque refleja con precisión quirúrgica la forma de actuar de unos y otros. Héctor es bruto y coge las cosas por la fuerza. Se le ve venir. Gus baja la cabeza y asiente, pero sigue moviendo los hilos por la espalda. Por eso, al tiempo que el Pollo Hermano le concede a Héctor que coja más de lo que le pertenece, está comprando una lavandería bajo la que se esconde la que será la oficina de trabajo de un tipo llamado Walter White. El negocio crece. Y eso requiere también nuevos espacios de trabajo, nuevas dinámicas y nuevos aliados. Algunos tan reconocibles como la señorita de los zapatos de tacón y la Stevia: Lydia Rodarte-Quayle. Bienvenida, señorita, en esta serie se sentirá como en casa…

No es fácil ser el capítulo de después de Chicanery, así que daremos por bueno este Off Brand en el que recibimos con los brazos abiertos a Lydia, a la guerra entre Gus y Héctor y, por encima de todo, a la primera versión de Saul Goodman. Qué anuncio. Qué gran anuncio…

Review Better Call Saul: Expenses

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Better Call Saul alcanza la recta final de su tercera temporada con Expenses, un capítulo centrado básicamente en las consecuencias de Chicanery. De allí salimos con el sabor de la victoria en los labios, la de Jimmy sobre su hermano en su guerra fraternal, pero también con una condena de un año de inhabilitación para el embrión de Saul Goodman. Expenses repite la estructura de Chicanery, sólo que allí fue Jimmy McGill el que presionó a Chuck hasta romperlo y aquí es el sistema el que ahoga al propio Jimmy. Eso sí, el menor de los McGill va a dar algún que otro golpe en su hundimiento…

  • Episodio 3×07: Expenses
  • Fecha de emisión: 22 de mayo

Cuando hemos analizado los motivos por los que Jimmy McGill se convertiría en Saul Goodman casi siempre hemos acabado hablando de la naturaleza trilera del abogado, de su talento para la dramatización y de la falta de fe de su entorno en que pudiera desarrollar una carrera profesional en el lado del bien. Hemos hablado mucho del factor Chuck, siempre dispuesto a ponerle palos en las ruedas a su hermano menor, y hemos planteado la hipotética ausencia de Kim, que a día de hoy sigue siendo uno de los principales motivos por los que Jimmy no ha mutado aún en Saul Goodman. De hecho, en este Expenses hemos visto a Kim y Jimmy jugando a ser Slippin’ Jimmy y Gisele St. Clair otra vez, pero sólo en la imaginación de ambos, ya que cuando tocaba pasar a la acción ha hecho acto de presencia la sensatez de la abogada.

Hemos hablado de muchos factores que podrían motivar ese click en la personalidad de Jimmy, pero no nos hemos referido a uno de lo más elemental: la necesidad. Y no me refiero a una necesidad física, aunque en la mencionada escena del bar he visto a un exdrogadicto fantaseando con su chute, sino a una necesidad económica. Jimmy no podrá seguir el camino marcado porque no le dejan, así que no le quedará más remedio que coger esos atajos, que seguro incluyen camisas chillonas, por pura subsistencia. Sí, sé que es una reflexión muy elemental, pero también hemos visto en este Expenses que Jimmy es muy terco y que no se va a dejar ayudar por Kim, lo que sumado a la ilusión de que su proyecto común funcione enviará directamente a nuestro protagonista a buscar recursos debajo de las piedras. Debajo de las piedras del desierto donde guardan meth, quiero decir.

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Porque, ahora mismo, Jimmy no es Jimmy. Nunca hemos visto al abogado más lejos de su esencia que en el arranque de Expenses, con tejanos y jersey, esperando a que una furgoneta lo recoja para empezar a cumplir con los trabajos sociales junto a un montón de gente con la que no tiene nada en común. Ni siquiera luego, cuando se cambia de ropa para cumplir con sus obligaciones como director de Saul Goodman Productions, seguramente la productora más low cost de la historia, vemos al verdadero Jimmy McGill.

Expenses describe con la maestría única de esta serie la travesía de Jimmy hacia el barro, que en su caso es la humillación de no poder seguir adelante con sus planes, lastrado por las deudas. Primero es el conductor de la furgoneta, que sólo le otorga 30 minutos de trabajo por haber estado hablando por el móvil, a pesar de que ha recogido más basura que nadie. Luego son los conductores de los ruidosos camiones, que vuelven a llenar de mierda el camino que acaba de limpiar. Más adelante es el dueño de la empresa de sillones, que no contrata el pack de anuncios que le hubiera dado vida durante varios meses. Son también los dueños de la tienda de música, que consiguen arrebatarle un anuncio gratis. Y, finalmente, es la chica de su equipo de jóvenes productores, que al ver el grado de desesperación de su jefe le devuelve el poco dinero que acaba de cobrar. Ese gesto de generosidad acaba dando el golpe de gracia a Jimmy McGill, que a lo largo de la hora que dura el capítulo ha visto cómo se agotaban todas las reservas económicas de su cartera.

Y lo peor de todo es que Jimmy ha hecho todo lo que estaba en su mano para reconducir esa situación. Se enfrenta al tipo de los servicios comunitarios, pero sólo encuentra miradas de desdén entre sus camaradas. Se inventa todo tipo de ofertas para convencer al tipo de los sillones, pero no consigue sacarle más que un anuncio. Y acaba, como decía, ofreciendo sus servicios a cambio de miseria a los dueños de la tienda de música. Su sueño de construir un bufete junto a Kim se ahoga, entre otras cosas, por las deudas que el propio Jimmy tiene con Kim, y que no duda en hacer frente con su último colchón de seguridad.

Jimmy ya no tiene nada. Y por eso guarda tanto sentido la escena del abogado y Kim en el bar, con un Jimmy melancólico de los tiempos en los que el dinero entraba en su cartera a la misma velocidad con la que ahora vuela de ésta. Jimmy tiene la necesidad de volver a ser ese trilero, pero también está en su propia naturaleza. En ese sentido, Mike Ehrmantraut vive una situación muy similar en Expenses, que recupera el “equilibrio” entre los dos protagonistas de Better Call Saul.

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Mike también huye de la tentación a pesar de que la tiene al alcance de la mano. En su caso se la pone Pryce, el friki de la colección de cromos de béisbol que tiene tratos oscuros con Nacho. Pryce acude a Mike cuando Nacho le pide seguramente el encargo más sencillo de su carrera criminal: cápsulas vacías. Para matar a Héctor Sálamanca. Presionado por los éxitos de Gus, el Tío quiere dar un paso más en su negocio, y eso incluye la participación del padre de Nacho, que no quiere pasar por ese trámite y sabe que su jefe no acepta un “no” por respuesta. Es curioso porque ni Héctor ni Gus aparecen en Expenses, pero la presencia de ambos se hace notar a lo largo de todo el episodio. De toda esta trama podemos sacar dos conclusiones: Nacho no va a matar a Héctor Salamanca… pero Nacho sí va a dejar a Héctor Salamanca muy tocado, posiblemente en una silla de ruedas y con una campanilla como mejor aliada para la comunicación.

Como decía, Mike rechaza en varias ocasiones la oferta de Pryce y se centra en ayudar a la comunidad, tal y como le ha pedido su nuera. Es más, el señor que lo arregla todo se permite incluso flirtear con una señora, confirmando que es de carne y hueso y no un cylon. Pero la cabra tira al monte. Y de la misma forma que a Jimmy se le salen los ojos de las órbitas cuando huele un posible timo, Mike no puede apartarse de la guerra entre Héctor y Gus cuando dispone de información y herramientas para decantarla hacia el lado que más le interesa. Mike podría permanecer apartado, pero está en su naturaleza lo de intervenir.

Ese último giro, en el que Mike dice aquello de “I’m in” y aconseja a Nacho cómo debe atentar contra Héctor, queda pronto eclipsado por el final de Expenses, posiblemente el mejor de la temporada. Si Mike es muy nuestro Mike en toda esa escena, Jimmy es muy nuestro Saul Goodman en la que cierra el capítulo, demostrando que la serie está en constante evolución. Es Jimmy McGill el que se presenta en la compañía de seguros para pedir un aplazamiento de los pagos, pero es Saul Goodman, sin camisas chillonas y todavía sin anuncios televisivos, el que saca lo mejor de su repertorio para meter a Chuck en serios problemas.

No dudo de que Jimmy, en el fondo, sienta haber machacado a su hermano públicamente. Ni tampoco que crea que su vida a día de hoy es una mierda. O que está desesperado. Toda esa confesión es real, o al menos así nos lo hace creer un brillante Bob Odenrkik, pero también lo es que Jimmy se está hundiendo y piensa llevarse por delante a su hermano. Esa sonrisa lo delata. Qué cabrón. Qué gran final…

Review Better Call Saul: Slip

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Saul Goodman se inventaría una buena excusa para justificar que la review llegue sobre la bocina. Algo relacionado con una serie de catastróficas desdichas, todo muy bien interpretado y ejecutado con su determinación. Sería un plan sin fisuras. Lamentablemente, yo soy un simple escriba al que no se le ocurre más que aquello del perro y los apuntes, así que prefiero bajar la cabeza y pasar directo a comentar el octavo capítulo de la tercera temporada de Better Call Saul. ¿Quién se viene conmigo?

  • Episodio 3×08: Slip
  • Fecha de emisión: 5 de junio

Slip sería el mejor episodio de la temporada si tuviera una escena de esas que descoloca salvajemente la mandíbula en dirección hacia el suelo. No la tiene. A cambio, la serie nos obsequia con 50 minutos de armonía, de equilibro entre el desarrollo natural de los personajes y de la historia y de esos planos tan propios de Breaking Bad y que tan bien le sientan a su heredera. Porque sí, el desarrollo de Jimmy McGill, en este caso su transformación hacia Saul Goodman, ya ha empezado. Durante dos temporadas y media, Better Call Saul nos ha ido insinuando cómo el abogado que intenta vivir bajo el paraguas de la ley podía convertirse en el “criminal lawyer” que todos conocimos al lado de Walter White. Ahora ya no hay insinuaciones, sino hechos.

Todavía sin camisa y sin un eslogan en televisión, Saul Goodman ha hecho acto de presencia en la vida de Jimmy por necesidad. Ya comentamos la semana pasada que, entre todos los motivos que barajamos para motivar esa transformación, apenas le dimos importancia a uno tan válido como que no le quede más remedio. Saul sale del cuerpo de Jimmy por supervivencia, lo que pensando en el personaje que conocimos en Breaking Bad tampoco suena tan raro: es uno de los pocos personajes que volaron cerca de ese sol que fue Walter White y vivieron para contarlo. Y de los que trabajaron para Heisenberg posiblemente fue el único, familia y amigos aparte.

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Eso sí, estamos ante una transformación que no ha hecho más que empezar, de ahí que veamos todavía a un Saul algo inseguro, que trabaja sin un plan definido y que comete errores. Es un Saul Goodman al 30%… pero que está en constante evolución. Si la semana pasada lo vimos fracasar en su intento por convencer al encargado de los servicios sociales, en Slip no sólo se ha salido con la suya, es que además ha conseguido recolectar 700 dólares de uno de sus compañeros de fatigas. Por cierto, el tal Freddy que quería ver a su hija era un traficante de drogas de pacotilla. Las grandes ligas todavía están muy lejos. El otro “momento Saul” de Slip lo vivimos en la tienda de música, en la que el menor de los McGill fracasó la semana pasada a la hora de colocar los anuncios. Ahora también lo hace cuando va por el camino correcto, el de Jimmy, pero recibe su recompensa cuando echa mano de sus artes naturales, que no es más que seguir el camino de Saul. Esa ha sido la guerra del protagonista durante toda su vida: golpear hacia abajo a ese Slippin’ Jimmy que siempre quería sacar la cabeza.

Puede que sólo lo haya interpretado yo así, pero la escena en la que Jimmy está tumbado en su despacho bien podría ser la escena de su muerte, en sentido figurado por supuesto, y la del nacimiento de ese nuevo hombre que sí puede pagar las facturas, comprarse una guitarra y tirarse media tarde en el suelo a ver la vida pasar. Al final, la lógica se impone: Jimmy ha peleado un mes por salir adelante y sólo ha hecho que agotar su crédito; Saul ha conseguido buena parte del dinero que necesitaba en un par de horas. Si a eso le sumamos la ilusión de Jimmy por seguir adelante con el bufete al lado de Kim daremos con la mezcla adecuada para determinar por qué esa transformación es ya imparable. Por cierto, en esta mutación también influye la imagen que tiene Jimmy de su padre. Para Marco era un hombre honrado y muy querido por todos, pero para Jimmy no era más que un perdedor que se dejaba engañar por todo el mundo.

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La evolución de Jimmy McGill es la más evidente del capítulo, pero la mayoría de protagonistas de la serie dan un paso adelante en sus respectivas historias. El otro pilar de Better Call Saul, Mike Ehrmantraut, también se está acercando al Mike de las full measures que conoceremos de aquí a unos años, y en ese tránsito va a jugar un papel crucial el apretón de manos que cierra el capítulo. El hombre que lo arregla todo se ve incapaz de limpiar todo el dinero que obtiene por ser “autónomo”, además de asalariado en el parking, así que decide recurrir al hombre que le cambiará la vida: Gus Fring. Este pacto con el diablo, lo sabemos, va a ser muy rentable para Mike, pero también va acabar con la escasa vida social y familiar de la que dispone. Gus da mucho, pero exige otro tanto a cambio.

A Mike, por cierto, todavía le quedan remordimientos por sus acciones y por las que provocan éstas. La semana pasada vimos que apuntaba algo que le decía Nacho y en Slip hemos descubierto que se trata del buen samaritano que murió a manos de los hombres de Hector a principio de temporada y en la que Mike tuvo parte de culpa. Cuando hablaba de las geniales escenas made in Vince Gilligan’s World me refería, por supuesto, a la de Mike buscando el cadáver en medio del desierto, con esos planos cenitales y esos microcortes en la línea temporal, pero también a la escena en la que Nacho cambia los ibuprofenos del Tío por lo-que-sea que le pone dentro de las pastillas y que lo mandará casi con toda seguridad a hablar por una campanilla.

He dicho que Slip no tenía una escena impactante, de las que destrozan mandíbulas, pero sí tiene una que es pura tensión: el cambio de las pastillas. Y eso que todos sabíamos que Nacho iba a salirse con la suya, pero está tan bien rodada que tuve que aguantar la respiración hasta que vi entrar el bote de pastillas en el bolsillo del Tío. Me he preguntado muchas veces qué será de Kim cuando llegue la era Breaking Bad, ¿pero qué pasará con Nacho? La única referencia al personaje en Breaking Bad es una de las primeras frases de Saul Goodman en la serie madre: “no, yo no fui, fue Ignacio, lo buscáis a él”. Se lo decía Saul a Walt y Jesse encapuchados, y obviamente Vince Gilligan y Peter Gould lo usaron para tirar de ese hilo y desarrollar el personaje de Nacho, pero esa frase no ayuda a saber si está vivo o muerto.

Esta semana cierro con Chuck, cuya historia circula en paralelo a las de los demás y al que auguro un futuro muy negro. Y me explico. La serie hizo un trabajo excelente hasta convertir al mayor de los McGill en el villano de la temporada, un tipo rencoroso y cruel que sólo quería hundir a su hermano por celos. Jimmy y Kim destruyeron públicamente a Chuck, además en su casa, en un juzgado, y ahora la serie está haciendo un trabajo igual de genial para presentarnos al Chuck más humano y más vulnerable. No era nada fácil esta transformación, ya que hasta hace dos episodios estábamos rajando sin piedad de él, pero la serie lo ha vuelto a conseguir. Nos ha reconciliado con Chuck. Ahora queremos que le vaya bien, que salga del pozo y que pueda ir al súper a comprar leche sin que le reviente la cabeza. Pero el mayor de los McGill ya ha servido a la historia. Y su redención, unida al rechazo que despierta ahora mismo en su hermano, sugiere que sus horas en Better Call Saul podrían estar contadas. Tengan peso o no mis sospechas, lo cierto es que la serie ha colocado con maestría a los personajes de cara a una recta final que arranca esta misma noche en AMC. Qué ganas…

Review Better Call Saul: Fall

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Decíamos ayer que Jimmy McGill había intentado seguir el camino correcto para la obtención de recursos que mantuvieran encendida la llama del bufete que comparte con Kim. Jimmy peleó con uñas y dientes por colocar sus espacios publicitarios, rebajó sus pretensiones e incluso llegó a ofrecer sus servicios a un coste irrisorio. Y Jimmy fracasó una y otra vez. La semana pasada, en Slip, vimos los primeros flirteos de Jimmy con el mundo Saulgoodmaniano en forma de pequeños timos. Pues bien, en la penúltima página de cómo hacer evolucionar a un personaje, Better Call Saul muestra a un Jimmy McGill cada vez más cómodo en su papel de Saul Goodman, cada vez más determinado a utilizar su alter ego más tramposo y cada vez más convencido de que el fin justifica los medios. Y apuntando ya a las grandes ligas…

  • Episodio 3×09: Fall
  • Fecha de emisión: 13 de junio

Fall es un capítulo terriblemente especial porque hace añicos los valores de Jimmy McGill y porque coloca al espectador en una encrucijada moral: ¿seguimos “apoyando” a esta nueva versión de Jimmy, Saulizada, o pasamos a verlo como el villano que acabará siendo? La transición que presenciamos es tan modélica y dolorosa como lo fue la de Walter White, al que un día empujamos a cocinar blue meth a destajo y cuatro después estaba atropellando camellos y envenenando niños. Entendedme: Jimmy aún no ha traspasado tantas fronteras como Walt, ni creo que llegue a hacerlo, pero la situación es muy similar. Eso sí, no perdamos de vista una de las cosas que nos enseñó Breaking Bad a base de golpes: todas las acciones tienen sus consecuencias. Y Kim, la más inocente de todos los personajes principales de Better Call Saul, es la primera víctima.

Al tiempo que Jimmy se ha ido acercando al personaje de las camisas imposibles, o tal vez como consecuencia de ello, Better Call Saul ha ido creando un clima de tensión general que ha acabado en Fall con el accidente de coche de Kim. Y aunque la abogada de preciosos ojos azules está bien, salvo por haber perdido todo el trabajo de sus últimos días, ese accidente sólo puede indicar que el universo de Jimmy McGill se dirige hacia lugares peligrosos. Veremos cómo se manifiestan.

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El manual de evolución de personajes no sólo afecta a Jimmy, del que ahora hablaremos, sino a todos los primeros espadas de la serie. Dijimos la semana pasada que Mike había pactado con el diablo y en Fall ese acuerdo se ha puesto en negro sobre blanco. El abuelo más peligroso de Albuquerque es ya oficialmente uno de los hombres de Gus Fring gracias al trabajo de chapa y pintura de Lydia, una de las jefas de logística de la multinacional Madrigal. Aunque Mike es seguramente el hombre más precavido de New Mexico, me temo que no ha calibrado del todo bien las consecuencias de este pacto. Lydia piensa algo parecido, de ahí que advierta a Mike de que no conoce realmente a Gus Fring. Lamentablemente, ya no hay marcha atrás: del universo Fring sólo se puede salir con los pies por delante.

Chuck es otro de los personajes que ha evolucionado bastante respecto a las dos últimas semanas, en su caso para desprenderse de ese disfraz de villano que lució orgulloso en su cruzada contra Jimmy y para volver a ganarse el favor de la audiencia. Es impresionante lo bien que lo hace eso la serie: en tres horas es capaz de hacer que odies a un personaje a que lo ames. Bueno, tampoco es que amemos a Chuck, pero desde luego estamos de su lado ahora que Howard trata de sacárselo de encima por las malas. No podemos culpar a Howard por forzar una situación que hace tiempo que es insostenible, pero eso no impide que nos situemos del lado débil en esta historia, ya que el bufete no sería lo que hoy es sin la figura del mayor de los McGill. Puede que Chuck haya perdido la confianza de sus socios y de la aseguradora, pero todavía tiene energía para plantar cara… al menos, hasta que descubra que fue Jimmy el que propició todo esto con sus lágrimas de cocodrilo al final de Expenses.

Otra de las historias que evolucionan en Fall, seguramente hacia un barranco, es la de Nacho Varga. El ayudante de Héctor Salamanca ha hecho todo lo posible, y algún que otro imposible, para que la basura del Tío no llegase hasta casa de su padre. Pero después de jugarse el cuello, el capo sigue convencido de usar el negocio del señor Varga para su propio interés, así que a Nacho no le queda más remedio que confesarle a su padre parte del lío en el que anda metido. Y que Nacho no esté en casa implica que su padre es ahora mismo un joven antílope entre leonas. Huele a cadáver desde aquí.

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El faro de Fall vuelve a ser Jimmy McGill, que en este momento de su vida ya ha sido engullido por Saul Goodman. La serie ha trazado un arco argumental brillante que describe la transformación de Jimmy en Saul, pero va a seguir honrando la memoria de Breaking Bad con la máxima de que toda acción tiene sus consecuencias. E intuyo que a Jimmy le va a costar menos entenderlo de lo que le costó a Walt. El abogado ha sacado a la palestra su versión más egoísta y despiadada para utilizar a Irene, la anciana representante del caso Sandpiper. El previously nos recordó con acierto que Jimmy había pactado con HHM un pellizco millonario a cambio de entregar el caso, pero el pellizco no llegará hasta que se cierre el mismo. Y HHM no está por la labor de aceptar las migajas que le ofrece Sandpiper para sellar el acuerdo sin pasar por un juzgado. Esas migajas suponen algo más de un millón de dólares para Jimmy, lo que traducido en euros vendría a ser como… ¡me solucionan la jodida vida!

Puede que Jimmy no hubiera utilizado a Irene en otro contexto, básicamente si las cosas le fueran bien en el bufete con Kim, pero la verdadera catadura moral de una persona se descubre cuando pintan bastos. Y Jimmy ha demostrado de qué está hecho: de Saul Goodman. Eso sí, no puedo negar que me lo he pasado como un niño viendo a Jimmy manejando a Irene y al grupo de ancianos a su antojo, desde el paripé de las zapatillas deportivas hasta la genial pantomima del bingo. Nadie puede negar que Jimmy juega sucio, pero tampoco que va sobrado de ingenio.

Jimmy llega al trabajo con ganas de celebrar el éxito por el acuerdo, que posiblemente otorgará varios años de liquidez al bufete, pero se encuentra con una Kim que está siguiendo el camino correcto… nunca peor dicho. Kim representa todos esos valores que Jimmy ha tirado por el suelo en apenas unos días, entre ellos el del esfuerzo. Por eso me indigna, mucho más que todo el tema de Irene, que Jimmy se moleste porque la abogada decida no celebrar su acuerdo después de varias noches sin dormir para poder asumir la carga de trabajo de un segundo cliente, además de Mesa Verde. Una vez más hace acto de presencia el egoísmo del menor de los McGill, aunque el karma también tarda poco en devolver el golpe.

Better Call Saul alcanza esta noche su décimo y último capítulo de la temporada con todos sus personajes en una situación límite. A Chuck le tocará dar un paso al frente o uno atrás en su guerra con HHM, a Nacho no le queda otra que pasar a la acción con la delicada salud Héctor Salamanca, a Mike ya le han empezado a robar el alma y al dúo Kim-Jimmy posiblemente le queden dos telediarios. Lo huelo, lo noto, lo presiento: algo importante se está cociendo para el último capítulo de la temporada…

Review Better Call Saul: Lantern

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A la luz de una linterna se pone en marcha Lantern, la última estación de la tercera temporada de Better Call Saul, y a la luz de una linterna se nos escapa de las manos. La luz en casa de Chuck, habitualmente por su ausencia, ha sido protagonista durante estas tres primeras temporadas. Ahora lo vuelve a ser, pero para brillar más que nunca de forma descontrolada en uno de los mejores finales de capítulo que nos ha dado este genial spin off de Breaking Bad.

  • Episodio 3×10: Lantern
  • Fecha de emisión: 19 de junio

Había transcurrido media hora de Lantern cuando empecé a cuestionarme si estábamos realmente ante el final de la temporada, ya que muy pocas cosas sugerían que íbamos a bajar la persiana de la mayoría de historias principales. Llegué a ilusionarme con la opción de que este año, en un arranque de generosidad por parte de AMC, hubiera 12 capítulos en lugar de los 10 clásicos que nos acompañan desde el principio. Pero no. Lantern es el final de la tercera temporada, aunque sólo te das cuenta de ello en los últimos 25 minutos de capítulo.

Puede que fallara al pronosticar que el cataclismo que convertiría a Jimmy en Saul se iba a producir en este 3×10. Al menos, no hay una secuencia en la que el abogado decida dejar atrás el camino del bien para lanzarse indefinidamente a los brazos del mal. Y creo que en esa balanza interior de Jimmy seguirá pesando mucho la presencia de Kim, que siempre le acaba arrastrando hacia el lado bueno. O puede que no fallara tanto, al menos hasta que podamos calibrar las consecuencias que tiene en Jimmy el impactante final del capítulo.

La muerte de Chuck, confirmadísima de forma oficial por todas las partes implicadas, debe ser una tormenta en la vida de Jimmy. Y más aún tras la dramática escena entre hermanos en la que Chuck llega a confesar que no aprecia a Jimmy y en la que le abre los ojos a éste: “todo lo que tocas, se rompe”, viene a decirle el mayor de los McGill. La principal conclusión que saca Jimmy de Lantern es que es un gran especialista en fastidiar la vida de los demás, tal y como le dice Chuck, y la demostración es tan intensa y cruel como la luz que brilla en el hogar de Chuck al cerrar el capítulo y la temporada.

No tendrá que pensar demasiado Jimmy si busca más argumentos que refuercen la teoría de su hermano. En apenas unos meses ha estado a punto de hundir la vida de Kim, a la que “forzó” a doblar horas de trabajo para mantener en pie el bufete, y la de Irene, la indefensa anciana representante del caso Sandpiper, a la que usó a su antojo para sacar tajada del acuerdo personal que tenía con HHM. Pero la mayor liada de Jimmy, y vuelvo al tema central de Lantern, es con Chuck, al que humilló públicamente en Chicanery y al que remató con sus lágrimas de cocodrilo al final de Expenses.

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Jimmy venció el juicio y envió a Chuck a la UVI. Habría sido más que suficiente para cualquiera, pero el menor de lo McGill quiso que Chuck tuviera el mismo castigo que él, es decir, quiso alejarlo de su labor al frente de HHM. Pero Jimmy calibró muy mal las consecuencias de sus actos. Otra vez. Y aunque en el fondo toda esta guerra para desenmascarar la verdad de la “enfermedad” de Chuck fuera en beneficio de éste, al arrebatarle su amor platónico, su pasión por la ley y por su oficio, le robó también la principal motivación para salir del pozo. Por eso, cuando Howard pone el capital que no tiene e incluso la continuidad del bufete en riesgo, a Chuck se le agotan los motivos para trabajar en su recuperación. Y se hunde en la más absoluta oscuridad. Hasta que una linterna aporta la última luz que necesitaba.

Ya comenté la semana pasada que la serie había hecho un trabajo fantástico a la hora de tejer la relación de la audiencia con Chuck. A Chuck lo odiamos por querer hundir a Jimmy en la miseria. Y aplaudimos cuando, al final de Chicanery, se hizo pequeñito en esa silla al tiempo que brotaba su odio hacia su hermano. Incluso celebramos que hubiera audiencia en esa escena, ya que el sufrimiento por el que había hecho pasar a Jimmy durante años bien valía una reprimenda pública. Superada esa venganza, todo lo demás ha sido ensañamiento. Y a partir de ahí Chuck ha empezado a recuperar nuestro cariño. Porque queríamos que perdiera, pero no que perdiera y fuera pisoteado hasta quedar hecho un cromo. Con esa mano izquierda que tienen los guionistas, y con el fenomenal trabajo de Michael McKean, la serie nos muestra al Chuck más vulnerable, a un tipo enfermo que sólo necesita un pequeño empujón para sacar la cabeza. Y lo que recibe es un codazo hacia el infierno. De su propio hermano.

Es un buen momento para recordar también todo aquello que dije sobre que Better Call Saul era mucho más emocionante y dramática cuando se acercaba a Breaking Bad, vía Mike y Nacho, que cuando seguía las andanzas del abogado, de su hermano y de Kim. El cliffhanger de la pasada temporada, con Chuck grabando a Jimmy, puso en seria duda esa afirmación, pero el cliffhanger de Lantern hace que se detruya como una copa de vino cayendo sobre rocas. Better Call Saul puede ser tan o más salvaje cuando es Chuck el centro de la acción. Y la ausencia de Mike en esta season finale, la segunda vez que Mike se pierde un capítulo desde que arrancó Better Call Saul, es un motivo de peso.

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El otro gran momento de Lantern sí tiene como protagonista a un personaje Breakingbadiano: Héctor Salamanca. La crónica de su infarto (?) anunciado nació en el futuro, cuando lo conocimos privado de sus funciones motrices y comunicativas en la segunda temporada de Breaking Bad, y tomó cuerpo cuando Nacho decidió poner en marcha la jugada del cambio de pastillas. El corazón del Tío amenazó con apagarse la semana pasada, pero se ha averiado definitivamente en ésta, cuando el señor Juan Bolsa, por orden de Don Eladio, ha confirmado el cambio de líder en la gestión del narcotráfico de New Mexico. Esas son las últimas palabras que recibe el Tío antes de caer al suelo, ya que tengo serias dudas de que haya escuchado a Gus mientras le golpeaba el pecho: “no te mueras, cabrón”. O sea, no te mueras porque te quiero matar yo. Lentamente. Y porque quiero que veas cómo tu imperio de mierda hace aguas frente a mi maquinaria suiza. Sabemos que Héctor sufrirá todo este proceso de cambio, que no se rendirá y que perderá a varios familiares (Tuco) por el camino, pero también sabemos que el culo que le salva Gus tendrá dentro de unos años pegada una bomba que no explota, sino que clama venganza.

De esa escena rescato también la mirada de Gus a Nacho mientras éste recoge las pastillas del suelo. Gus, como Walt en su momento, no da puntada sin hilo. Y estoy convencido que el Pollo Hermano se ha dado cuenta de que Nacho ha formado parte de alguna manera del colapso del Tío Salamanca. Además de esa mirada, entiendo que la serie debe unir en su cuarta temporada a los dos pilares de esa otra parte de la historia. Y a Mike, claro, al que hemos echado de menos en Lantern y al que su pacto con el diablo sí obliga a cabalgar ya sin tregua hasta el Mike “Full Measures” Ehrmantraut que conoceremos en el futuro.

Con Lantern se cierra una temporada y, regresando a la cuestión del principio, creo que también una época dentro de la historia de Jimmy McGill. La muerte de su hermano, en la que ha sido en parte verdugo, tendrá un importante impacto emocional en la vida del abogado, lo que sumado a la delicada situación económica por la que pasa creo que sí nos acerca cada vez más a Saul Goodman. En cualquier caso, si tenemos otra temporada Jimmy-centric, como decíamos en Lost, yo la adoraré tanto como he hecho con las tres primeras. Porque para mí Better Call Saul sigue siendo la mejor serie de la televisión actual. Y apago la luz.


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